Al caer el sol la menguada tropa abandono la fortaleza. Viajarían toda la noche para enfrentarse al enemigo en las colinas de Orm. Todos los habitantes salieron a despedirlos con la certeza de que les esperaba un destino incierto.
Los soldados, en cambio, tenían un buen animo sabedores que esa era la única salida que les quedaba para salvaguardar familias y haciendas.
La suerte estaba echada para los habitantes de Isarra y solo un milagro podía salvarles...
Acuarela y acrílico sobre papel, de mi época en la escuela de Artesanos, con la inestimable ayuda de mi profesor Burguitos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario