De pequeño pasaba todos los veranos en el campo. Era genial despertarse con el trinar de los pajaros, perseguir libélulas junto al agua, esperar al anochecer para ver las luciérnagas o escuchar a los grillos antes de dormir.
Pero lo que mas me gustaba era observar a las hormigas. Ver como salían del hormiguero en busca de alimento, como seguían su ruta, como "hablaban" entre ellas o como volvían cargadas con la comida. La mayoría seguía el camino marcado. Pero alguna, mas intrépida, se atrevía a dejar la fila y buscar nuevos caminos. Eran divertidas las hormigas.